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Otorgar a Zelenski el discurso de apertura es ya toda una carta de presentación, por parte de la Conferencia de Seguridad de Múnich. El panel en el que participa el presidente ucraniano lleva por título «David en el Dnipro», en clara alusión a la parábola bíblica de David derrotando al gigante Goliat con una honda. Pero Zelenski se ha servido de la comparación para enmendar la plana a los organizadores y asistentes, para precisar el peligro de la situación, y ha criticado que ese título, aunque bien intencionado, no hace justicia ni a la escala de la guerra ni a la amenaza. «No solo Ucrania está amenazada, sino todo el continente», ha dicho, «no solo el Dnieper está en peligro, sino también el Támesis y el Spree », ha comenzado a citar la lista de los ríos que pasan por las grandes capitales de Europa. Y a partir de ahí ha empezado con las reivindicaciones de armas. «Para que Ucrania tenga una oportunidad, necesita una honda. Y Ucrania aún no la ha recibido», ha reprochado a los líderes de Occidente, «aunque eso todavía puede cambiar». «Necesito acelerar la velocidad en el cumplimiento de nuestros acuerdos, velocidad de decisiones para limitar el potencial ruso», ha planteado ante representantes de 150 gobiernos, «tras un año de guerra, no hay señales de que los combates vayan a terminar pronto y las posibilidades de una solución diplomática no están a la vista», ha insistido, «desde el comienzo de la ofensiva, el número de muertos se ha elevado a decenas de miles y la OTAN teme una nueva ofensiva rusa en primavera». Zelenski ha advertido que «está claro que Ucrania no será la última etapa, que Putin va a continuar su ofensiva sobre otros Estados del antiguo bloque soviético, intenta ganar tiempo para su programa de agresión y solo si tenemos armas podremos plantar resistencia». Noticia Relacionada estandar Si La Conferencia de Seguridad de Múnich pasa a modo guerra Rosalía Sánchez Coincidirán en el foro el ministro de Exteriores chino y el secretario de Estado de EE.UU. Desde el otro extremo de la videoconferencia, Zelenski saluda a ministros de Defensa y de Exteriores de medio mundo por su nombre de pila. Menciona a sus más cercanos aliados: los EE. UU., a Francia, antes de dirigirse al Canciller alemán: «Olaf está aquí». Intenta hacerles entender su llamamiento a avanzar en la entrega de las armas ya prometidas y de los aviones de combate de los que muchos de ellos se niegan todavía a hablar. «Tenemos que derrotar a Goliat», les recuerda, pero no incide en el asunto de los cazas, sabedor de los problemas políticos que causa el asunto en casa de los aludidos. Buenas palabras En los pasillos del Bayerischer Hof, su ministro de Exteriores es bastante más explícito. «Estaríamos particularmente interesados en aviones de combate de EE. UU., Reino Unido, Francia y Alemania», explica Dmytro Kuleba. Pero aunque en Múnich todo son buenas palabras para Ucrania, las entregas de armas a Kiev se mueven con pies de plomo. Alemania, que hasta enero lastraba el proceso, azuza ahora a Francia y al resto de socios europeos y espera conseguir avances antes de que termine la Conferencia. El presidente francés Macron se niega a entregar sus propios tanques de batalla a Ucrania. Promete apoyar a Ucrania «hasta la victoria» y va más allá retóricamente que el canciller Olaf Scholz. Pero medido por los hechos, el apoyo de Francia está decayendo. «Tenemos que intensificar nuestro apoyo y nuestros esfuerzos para ayudar», ha dicho a su llegada a Múnich, «para permitir una contraofensiva». Reconoce que «la hora de la negociación todavía no ha llegado» y que «estamos reparados para un conflicto largo» y que «tenemos que ser creíbles en nuestra capacidad para durar en ese esfuerzo», aludiendo así veladamente a que acaban de cerrarse acuerdos para la entrega de tanques que todavía no han podido ser puestos en práctica y que es pronto para iniciar el debate sobre la entrega de aviones. El canciller alemán O laf Scholz ha mostrado su descontento en Múnich con la parsimonia de los que ahora procastinan en la entrega de armas a Ucrania. «Es importante que Putin se dé cuenta lo antes posible de que no puede lograr sus ambiciones imperiales y esto también significa que todos aquellos que quieren entregar tanques de batalla realmente lo hagan«. Scholz quiere reunir un batallón completo de Leopard 2A6 procedentes de estados aliados y trabaja entre bambalinas de la Conferencia de Seguridad para lograrlo. Berlín ha comprometido una compañía y presume de que ningún estado europeo continental suministra a Ucrania más armas que Alemania, pero siempre prometiendo observar el »equilibrio entre el mayor apoyo posible a Ucrania y evitar una escalada no deseada«. Occidente camina por «terreno no mapeado», ya que por primera vez una potencia nuclear está librando una guerra imperialista de agresión en suelo europeo. Macron quiere fortalecer el componente nuclear de la alianza de la OTAN y es consciente de las reticencias alemanas al respecto. Sin embargo insiste en la unidad y en que «no se trata de compromisos podridos, sino de conversaciones entre fuerzas que piensan de manera diferente pero que apoyan conjuntamente a Ucrania».