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A punto de cumplirse un año desde el inicio de la guerra, Israel movió ficha y envió a su ministro de Exteriores a Kiev. Eli Cohen se desplazó a Ucrania donde visitó Bucha, ciudad que fue escenario de una matanza en los primeros días de la invasión, y poco después se entrevistó en la capital con su homólogo Dmytro Kuleba y el presidente Volodímir Zelenski. Fue una visita simbólica en la que el enviado del Estado judío dejó claro una vez más que no piensan suministrar armas a los ucranianos y prefirió centrarse en el compromiso de unir fuerzas en la lucha contra Irán, país al que calificó de «enemigo común». Cuando los arsenales europeos comienzan a sufrir por la demanda del conflicto ucraniano, Israel no está dispuesto a abrir los suyos. Los iraníes son los principales suministradores de aviones no tripulados a Moscú, son los Shahed–136 o Geran 2, como los han renombrado en Rusia. A finales del mes pasado Teherán acusó a Israel de un ataque contra una planta militar en Isfahán y esta operación fue interpretada como una ayuda indirecta a Kiev. Como ocurre habitualmente en estos casos, los israelíes ni confirmaron, ni desmintieron su implicación, pero medios como ‘The New York Times’ y ‘The Wall Street Journal’ aseguraron, citando fuentes de seguridad, que fue una acción de Israel. La visita de Cohen es la de mayor nivel de un enviado israelí a Ucrania desde que estalló una guerra en la que este país solo ha implicado desde el punto de vista humanitario y con la asistencia a judíos para ayudarles a abandonar el país. Kiev reclama el envío de armas y de sistemas antimisiles para poder proteger sus ciudades de los proyectiles rusos, pero la entrega de armamento es una línea roja para el Estado judío. Israel cuenta con el exitoso sistema de la Cúpula de Hierro cuya efectividad ha quedado probada en las diferentes crisis con Gaza, pero a Ucrania solo enviará sistemas para alertar a la población, nada de antimisiles. Kuleba respondió diciendo que «la ayuda humanitaria es importante, pero lo más importante es ganar esta guerra» y recordó que «Israel conoce perfectamente la lista de necesidades militares que hemos proporcionado al gobierno anterior y a este gobierno y seguimos esperando que se tome alguna decisión». Kuleba insistió en la importancia de «proteger el cielo de Ucrania», pero la decisión está tomada y no se enviarán armas de ningún tipo para no incomodar a Rusia. Ataque en Siria Para Israel es prioritario tener la luz verde de Rusia para atacar objetivos iraníes y de la milicia chií libanesa de Hizbolá en Siria y esto les impide responder a las demandas de Kiev. En una reciente entrevista con la cadena CNN, el primer ministro Benjamín Netanyahu aclaró que, pese a la guerra en Ucrania y a las demandas de Zelenski, no se puede perder de vista la «relación compleja» de su país con Rusia y su necesidad de mantener la «libertad de acción» en Siria porque la prioridad es hacer frente a la amenaza que suponen los iraníes en la frontera norte. A esto hay que sumar que cerca de un millón de israelíes tienen raíces rusas y unos 200.000 judíos todavía viven en Rusia. Cada semana se repiten los ataques aéreos israelíes y para ello es imprescindible la coordinación con los rusos porque «nuestros aviones vuelan a una distancia a la que los pilotos pueden escupirse los unos a los otros», en palabras de un Netanyahu que se ofreció como mediador en el conflicto «si ambas partes me lo piden y, francamente, si Estados Unidos me lo pide». De momento, de manera oficial, nadie lo ha pedido y es Recep Tayyip Erdogan, presidente turco, el único que sigue dando pasos para acercar posturas entre las dos partes. Zelenski ofreció una entrevista a la cadena BBC en la que destacó que «las armas de Occidente acercan la paz», pero Israel no responderá a la demanda de la persona que fue designada como el judío más influyente del mundo por el diario ‘Jerusalem Post’, en su tradicional lista de 50 nombres publicada con ocasión del año nuevo judío.