Internacional

La nueva vida de los niños con cáncer que huyeron de la guerra: «Tenemos el corazón partido»

Esta noticia aparecio primero en ABC y todo el contenido les pertenece

Oleksandr (12 años) nunca se había puesto enfermo. Por eso, cuando hace casi dos años los médicos pronunciaron la palabra cáncer , fue un ‘shock’ para toda la familia . Era el primero de los muchos que vendrían después. El pequeño empezó a tratarse en Yitomir, al oeste de Kiev. Su rutina empezó a ser la de cualquier paciente oncológico pediátrico: entradas y salidas del hospital, traslado a Kiev para recibir un trasplante de médula , quimioterapia… El 24 de febrero de 2022, tras uno de esos ciclos, mientras estaban ingresados, comenzaron a caer las bombas. Se refugiaron en el sótano del centro, más vulnerables que nunca. En medio del caos, una fundación local les llamó y les ofreció una salida: seguir con el tratamiento en otro país europeo. Dicho y hecho. Al día siguiente Yuliia, su madre, Oleksandr y su hermana Polina (7 años) salieron de su ciudad, sin saber siquiera dónde irían. «Tuvimos que viajar en coche hasta Leópolis , porque no podíamos ir en tren, y de ahí pasamos a Polonia. Como en un principio nos dijeron que íbamos a Alemania, cogimos ropa de invierno. Luego, en el último momento, nos dijeron que nuestro destino era España ». rememora Yuliia. Ella encabeza una de las treinta familias con niños ucranianos enfermos de cáncer que viajaron, el 11 de marzo de 2022, en un A-400 M del Ejército hasta Madrid. «Recuerdo sus ojos, muy abiertos, llenos de miedo. Iban muy temerosos, como conejitos», recuerda Halyna, traductora de la Fundación Aladina , que desde entonces no ha soltado de la mano a estas mujeres y sus pequeños, que reciben tratamiento en el Niño Jesús, el Doce de Octubre, la Paz y el Gregorio Marañón de Madrid. Mariia vino a España sola com Tymofii hace un año. Hace dos semanas llegó su otro niño, Pavlo ÁNGEL DE ANTONIO (CEDIDA) Aladina fue de las primeras que acudió al llamamiento de la Sociedad Internacional de Oncología Pediátrica (SIOP) y de St. Jude Global, pero no fueron los únicos: entre el 11 de febrero y el 26 de marzo de 2022 llegaron a España 60 niños ucrananianos enfermos y sus familias, un total de 163 personas, que se repartieron también por Barcelona (Sant Joan de Déu, Vall d’Hebron y Sant Pau) y Valencia (La Fe y el Clínico). «Sabíamos que en una guerra los hospitales, y más lo pediátricos, sufren de lo lindo. Había niños con cáncer en bunkers y con peligro de fallecer, porque sus tratamientos no estaban llegando, así que cuando nos avisaron, tratamos de acoger a cuantos más mejor. Vinieron aterrados y yo les dije que pese a todo, llegaban a un hogar, porque Aladina es una familia. Fue un milagro », recuerda Paco Arango, fundador de la ONG. «Sabíamos que en una guerra los hospitales, y más lo pediátricos, sufren de lo lindo. Había niños con cáncer en bunkers y con peligro de fallecer, porque sus tratamientos no estaban llegando« Tras pasar las pruebas pertinentes en los hospitales asignados, les alojaron en un hotel «perfecto, precioso», recuerda Yuliia en español, un idioma que, como sus hijos, sabe más de lo que se atreve a hablar. «Todo el personal nos trató como si fuéramos familia». Después, hasta que Aladina les encontró los pisos de acogida donde viven hoy, estuvieron en las plazas para refugiados que se crearon en la ciudad financiera del Santander (Boadilla del Monte, Madrid). Pero fueron semanas complicadas: tenían que realizar todos los papeles de la acogida, estaban muy lejos del hospital, los niños echaban de menos la comida ucraniana, tenían horarios fijos para acudir al comedor y no se sentían completamente libres. Empezar de cero Nada que ver con la vida que han construido en su verdadero hogar español, los pisos compartidos que costea Aladina, que asume además sus gastos corrientes. No tienen demasiados muebles, apenas un sofá, una televisión y un armario, pero sí juguetes, dibujos, diplomas y manualidades de los niños. Las lámparas y algunos adornos los ha hecho la propia Yuliia. Se nota que es costurera. También hay globos por toda la casa, porque hace unos días fue el cumpleaños de los dos hermanos. «Los muebles, la ropa, los electrodomésticos… Todo lo compra Aladina. En este tiempo nuestras mamás han aprendido a no gastar demasiado, ni en luz y gas », recuerda Halyna, mucho más que una intérprete. Junto a su equipo de traductoras, asisten a las familias ucranianas las 24 horas del día y les ayudan con cualquier trámite en el hospital, el colegio y hasta el banco. Oleksandr y Polina celebraron hace unos días sus primeros cumpleaños en España TANIA SIEIRA (CEDIDA) Oleksandr cuenta con un profesor que acude a casa varios días a la semana. Y además asiste a las clases online de su escuela ucraniana. «Profesores, no le deis tanto trabajo», bromea Yuliia. A la pequeña Polina, que va a un colegio español, también le ha costado adaptarse a sus clases. Terminó la educación infantil en Ucrania , y ha vivido el salto a la primaria en un idioma desconocido hasta hace un año. Disfruta mucho más las clases extraescolares de baile acrobático y moderno a las que le han apuntado, puesto que en Ucrania también hacía gimnasia. «Ambos dicen que quieren que acabe la guerra para volver a casa», reconoce Yuliia con pesar, pues sus padres y su hermano siguen en su país. El padre de los niños, que vive en Estonia, viene a visitarlos a menudo. Es al hablar de los suyos cuando rompe a llorar. Demasiado tiempo lejos y alimentando la incertidumbre y el anhelo de una paz que no llega . «El mayor reto fue darse cuenta de que iban a estar aquí mucho tiempo , aunque al menos ya pasaron el mal trago de no saber si sus hijos iban a seguir en tratamiento», confiesa Arango. «Los que pueden intentan buscar trabajo. La idea es que dentro de un tiempo sean autosuficientes. Ahora nos ocupamos de 29 familias, pero no puede durar siempre, así que están tratando de ubicarse». Hace unos días, recuerda Halyna, despidieron a una familia que volvió a Ucrania porque su niño estaba completamente curado. Pero alguna otra, admite, ha regresado porque no ha podido soportar la presión que supone estar tan lejos de los suyos. Por eso, el coraje de la joven Mariia es inimaginable. Aquel 11 de marzo ella también llegó a España con su pequeño Tymofii para seguir su tratamiento contra la leucemia que le diagnosticaron hace un año. Pero tuvo que dejar en Ucrania , con su padre, a Pavlo, su otro hijo. Los niños se llevan apenas un año de edad (tienen 6 y 7 años) y han pasado meses viéndose únicamente a través de una pantalla. «Ha sido muy difícil. He estado literalmente con el corazón partido. Ahora ya vuelve a estar unido», dice abrazando a sus chicos, que juegan con las decenas de dinosaurios y peluches que hay por toda la casa. Pavlo, más tímido, dice que solo quiere estar donde esté ella. «Estuvimos tres meses ingresados en el Doce de Octubre y la gente fue muy buena. Siempre nos regalaban sonrisas, hablaban con nosotros… Me gusta Madrid» Tratando de no romperse al contar su historia, Mariia relata su periplo sin olvidarse de agradecer una y otra vez a Aladina y los médicos lo que han hecho por su familia. «Estuvimos tres meses ingresados en el Doce de Octubre y la gente fue muy buena. Siempre nos regalaban sonrisas, hablaban con nosotros… Me gusta Madrid», cuenta en español. De momento no sabe qué harán cuando Tymofii se cure. «La gente hace planes pero Dios decide. Yo nunca pensé que iba a vivir en España y mira todo lo que pasó». Cambio de planes Tampoco quiere pensar en el medio o largo plazo Iryna, que vino con la pequeña Sofia desde Mykolaiv. «Pensamos que podríamos regresar el pasado otoño, pero los planes cambiaron por muchos motivos, entre ellos la enfermedad de Sofia», dice su madre. Antes de la guerra, iban cada dos semanas a tratar el linfoma de la niña al hospital local, pero cuando empezó la invasión rusa los médicos les aconsejaron irse a Leópolis : «Dijeron que no podían tratarnos. Que si íbamos allí era posible que no volviéramos», añade. El hospital de la gran capital del oeste estaba lleno y derivaron a muchos niños a Polonia. A partir de ahí, su historia transcurre de forma paralela a la del resto de madres y niños enfermos acogidos en España. «Estamos aquí para que nuestros niños se curen, pero también por la guerra. No pueden vivir en un sótano, bajo tierra», lamentan. Hablan con Ucrania a diario, porque todos han dejado atrás a su gente. Iryna, por ejemplo, a sus dos hijas mayores. Aquí, al menos, todas juntas han formado otra familia con la que comparten angustias, llantos, recuerdos e incluso risas. Esas que siempre se acaban imponiendo a todo cuando hay niños en casa . 

About Author

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Podria Gustarte

Internacional Noticias

Second Victim of New Year’s Eve Fire Dies, Fire Ruled Accidental

A second victim of the New Year’s Eve fire at 427 W. Lemon Street has died. The victims, 18-year-old Anna
Internacional Noticias

Boil Water Advisory issued for 100 block of North Duke Street

DRINKING WATER WARNING BOIL YOUR WATER BEFORE USING BOIL WATER ADVISORY IS ISSUED FOR: • 115, 119, 120, 125, 126,
Generated by Feedzy