Internacional

Un año del viaje que salvó a la familia Echkenko de las bombas de Putin

Esta noticia aparecio primero en ABC y todo el contenido les pertenece

Los siete se conocieron en un pabellón deportivo reconvertido en caótico centro de refugiados días después de que estallara la guerra. Diego Jordán de Urríes, de apenas 20 años, todavía no se había cruzado con otro español en sus jornadas infinitas de voluntariado en Torwar, el complejo a 3 kilómetros de la estación central de Varsovia adonde llegaban a diario trenes y trenes con ciudadanos ucranianos que huían de las bombas rusas . Diego detectó enseguida la bandera bordada en el forro polar de Alberto Repullo, de (ahora) 53 años, que condujo cerca de 3.000 kilómetros junto a Fátima Vélez, de 55, para descargar suministros y cargar refugiados. Allí conocieron a la familia Echkenko : Ruslana (34 años), su madre Natasha (53) y sus dos hijos, Bohdan (15) y Heorhii (11). Un año después, los siete se reencuentran para recordar su viaje y el vínculo especial que forjó. A los 19 días de que Rusia atacara su país vecino, Fátima y Alberto llenaron un monovolumen de comida, ropa, pañales y todo tipo de provisiones con destino a la capital polaca. Partieron con un convoy de todoterrenos, durmieron en hostales, costearon la expedición con ‘bizums’ y donativos y encontraron Torwar el 16 de marzo. «Como no tenían ningún tipo de acreditación ni nada, los del Ejército no les dejaban pasar y toda la ayuda que tenían pensado dar se limitaba bastante », cuenta Diego, que los guió entre el caos organizado y les puso los chalecos de voluntario. Tras entregar los suministros, la megafonía del pabellón ofertó un pasaje a Madrid en su monovolumen. Los Echkenko viven desde el pasado verano en el municipio madrileño de Collado Villalba, en un pisito de techo abuhardillado cortesía de unos conocidos de la familia de Fátima. Ruslana es veterinaria en Faunia, su madre trabaja como limpiadora en una universidad y los dos hijos siguen las clases ‘online’ de Járkov -además de las españolas- cuando los cortes eléctricos de la ciudad bombardeada no se lo impiden. Hace un año desembarcaron en Varsovia en «modo supervivencia», rememora Diego, después de resguardarse veinte días en un búnker. El padre de los Echkenko aguanta en un puesto de Cruz Roja de Járkov. Las historias que cuenta a su mujer son impactantes: rescata a niños ojipláticos y mudos por el trauma de zonas apocalípticas de la urbe, castigada en lo peor del conflicto por 80 proyectiles diarios. «Al principio, estábamos muy nerviosos, asustados, no conocíamos a esta gente, nos metimos con ellos en el coche y para España», reconoce Bohdan. Aunque en 2022 también aparentaba más, ya no es un niño de 14 años. Ha crecido un palmo. Ruslana luce la melena más larga, brillante, como su gesto, que hace un año palidecía bajo las cuencas púrpuras de sus ojos. Entre todos recrean la escena en que rompieron el hielo, la primera noche de travesía, en un KFC de Austria. «Empezamos a hablar y entendimos que eran muy buena gente », dice Bohdan. Su madre llegó a preguntar cuánto costaría el traslado a España, pero Fátima y Alberto lo aclararon todo: el viaje estaba sufragado por una avalancha solidaria. Noticia Relacionada estandar No Rusia despliega buques con armas nucleares en el mar Báltico por primera vez en treinta años Rosalía Sánchez El Kremlin también supone una grave amenaza para la OTAN por sus capacidades submarinas, cibernéticas y las armas antisatélite, según la Inteligencia noruega Después de los españoles que donaron dinero, de Diego, el voluntario de Torwar, de los sacerdotes que les proporcionaron cama y comida, de los conductores del monovolumen… el siguiente eslabón en la cadena de ayuda fue Isabel Vélez, la hermana de Fátima que acogió a los cuatro ucranianos en su casa durante casi cuatro meses. «Realmente ha sido como un puzzle, nosotros hemos sido como un granito entre tanta gente; amigos, mis primas… aparecían con donativos, con comida, totalmente improvisado, en una casa [la de Isabel] en la que eran doce», asegura Fátima, «la solidaridad española me ha parecido brutal». Los desplazados Desde que Vladímir Putin inició la guerra, 166.666 ucranianos -cifra actualizada el 9 de febrero- se han acogido al régimen de protección temporal en España, el mecanismo más ágil de la Unión Europea para que los desplazados obtengan los papeles necesarios para residir y trabajar en un país miembro. El 63% de ellos son mujeres y la mayoría, el 36%, menores de edad. En marzo de 2022, con el flujo masivo de refugiados, el Ministerio del Interior contabilizaba hasta 3.000 registros diarios, un pico que ha caído con el paso de los meses. El 9 de febrero, apenas 166 ucranianos solicitaron protección temporal. Fátima, Alberto y Diego, en el centro de refugiados de Torwar, en Varsovia ABC La diáspora ucraniana en España, 82.000 ciudadanos más desde la guerra En marzo de 2022, tras un mes de conflicto bélico, 21.217 ucranianos se empadronaron a lo largo y ancho del país, la mayoría en Barcelona (2.798), Alicante (2.678) y Madrid (2.460). Desde entonces, el número de registros ha descendido progresivamente y, el pasado diciembre, hubo un total de 3.732 empadronamientos, según las últimas cifras actualizadas del Instituto Nacional de Estadística (INE), un 82% menos que en enero de 2022. La población ucraniana acumulada en España, no obstante, se ha disparado desde que Moscú atacara a Kiev. En diciembre de 2022, sumaban un total de 193.292 ucranianos empadronados en España, unos 82.000 más que antes de que estallara la guerra. Hasta principios de este febrero, 166.666 refugiados se han acogido en el país al régimen de protección temporal de la Unión Europea para obtener papeles y trabajo ágilmente. Este último año ha sido fugaz para los Echkenko. «No lo hemos notado, [ha transcurrido] rapídisimo», asevera Bohdan. Según pisaron Madrid, Ruslana ha querido regresar a Járkov con su marido a la mínima oportunidad. Los primeros días, ni siquiera pensó en escolarizar a los pequeños. «No, no, nos iremos en unas semanas», pensaba. Tras algunos intentos de regreso frustrados por la escalada bélica, han conseguido construir una vida paralela a 3.500 kilómetros de la segunda mayor ciudad de Ucrania. «Ahora tenemos nuestra propia casa y estamos muy contentos, y muchísimas gracias por esto, la gente ha sido muy buena», agradece Ruslana, «intentamos vivir nuestra vida aquí, pero estamos como cargando [el término que utiliza es ‘loading’, en inglés, como la partida de un videojuego que no termina de arrancar], esperando a poder volver». Según los últimos datos disponibles del Instituto Nacional de Estadística (INE), diciembre de 2022, hay 193.292 ucranianos empadronados en España, unos 82.000 más que antes de que cayeran las bombas. Están los que todavía no asimilan ser refugiados de una guerra que se ha cobrado la vida de al menos 7.000 civiles y los que han podido establecerse con cierta normalidad como los Echkenko; en términos laborales, una minoría. Como publicó ABC este mes de enero, apenas el 13% de los ucranianos desplazados mayores de 16 años está dado de alta en la Seguridad Social. Aunque tampoco es raro que cobren en B por empleos poco cualificados para conseguir ingresos, por ejemplo, como trabajadoras del hogar. Los Echenko, en casa de Isabel Vélez, en Madrid Volver a casa Por ahora, el plan es «seguir viviendo», en palabras de Bohdan, como el resto de desplazados en su situación. Hace meses conoció a otra chica, a través de una aplicación de citas, que había escapado del infierno de Jersón , la que fuera la mayor conquista del Ejército ruso, una ciudad orillas del mar Negro liberada en otoño y devastada por la artillería. La muchacha vive en Ávila con su madre y su hermano pequeño y en octubre empezó un noviazgo con Bohdan. «Aquí tenemos una vida absolutamente diferente. En algunos sentidos sí hemos creado una nueva vida, pero en cierta manera queremos volver a casa. Porque todo está allí: mi padre, mi hogar, mis amigos», confiesa el adolescente. Según los últimos datos disponibles del Instituto Nacional de Estadística (INE), diciembre de 2022, hay 193.292 ucranianos empadronados en España En abril de 2022, con Kiev recuperando terreno a Moscú, unos 30.000 ucranianos cruzaban a diario a su país, en total, más de 870.000 desplazados habían vuelto, informó la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU. Hasta la fecha, el Gobierno de España (los ministerios del Interior y de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones) no maneja datos del número de refugiados que han partido a su tierra. Los siete que vertebran esta historia guardan duras memorias. Los Echkenko recuerdan el pavor que los invadía las pocas veces que salieron del búnker y corrieron a su casa para aprovisionarse. También conservan buenos recuerdos con su familia adoptiva: un paseo a caballo por el campo, una escapada a la playa de Fuengirola, los tradicionales cenas semanales bautizadas como ‘taco Tuesdays’… La pasada primavera, Ruslana participó en una carrera solidaria por Ucrania con una enorme bandera azul y amarilla. Y la escena está grabada en su mente, ella corriendo y sudando entre los gritos de «¡Viva Ucrania!». 

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