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Había una vez, en Italia, una fuerza política, el Partido Democrático (PD), que fue fuerte e influyente en el seno de la izquierda europea, aunque, por sus divisiones internas y sus grandes contradicciones, sufrió desastres electorales. Y al igual que otras formaciones socialistas europeas, se encuentra en una profunda crisis, desde que Matteo Renzi abandonara su secretaría general en 2017. De hecho, al derecha gobierna hoy en Italia casi sin oposición y a la primera ministra, Giorgia Meloni , casi le preocupa más sus socios de Gobierno, por ‘filoputinanos –Silvio Berlusconi y Matteo Salvini–, que la propia oposición de izquierdas, muy dividida y sin proyecto tras perder sus antiguas raíces. Este domingo se conocerá, en unas elecciones primarias de los votantes de izquierdas, al sucesor de Enrico Letta , derrotado en las elecciones generales de hace cinco meses y, también, en las regionales del pasado 12 de febrero. En las últimas encuestas, el PD cuenta con el 16,9% en intención de voto , muy lejos del primer partido del país, Hermanos de Italia de Giorgia Meloni, con el 31,1%). El favorito en las primarias es Stefano Bonaccini , de 56 años y presidente de la región Emilia-Romaña, que inició su vida política en el Partido Comunista Italiano y pasó gradualmente a posiciones socialdemocráticas y socialistas liberales, convirtiéndose en uno de los principales representantes del ala reformista del PD. Su rival, que podría dar la sorpresa, es Elena Ethel Schlein , de 37 años, diputada y exvicepresidenta de Emilia-Romaña, con ciudadanía italiana, estadounidense y suiza; feminista, antiliberal y bisexual según ha explicado ella misma. Schlein representa la nueva cara de la izquierda italiana. Con el Partido Democrático en total confusión, estas primarias en las que puede participar toda la izquierda, desde los militantes del PD a los verdes y a los radicales, pasando por el Movimiento 5 Estrellas; incluso, algunos de las derechas podrían depositar su voto en las urnas para encizañar. Con tal confusión, cualquiera puede ser el ganador: Bonaccini o Schlein. Uno de los dos será el undécimo secretario general del PD en 15 años –han durado una media de 18 meses–. Muy lejos queda la idea original de esta formación, fundada en el año 2007, que fue el alma del Olivo de Romano Prodi y que nació como un «partido con vocación mayoritaria» para aglutinar a todas las tendencias de la izquierda, desde las moderadas hasta las más extremistas. Con el tiempo, el proyecto original se ha difuminado y es ya irreconocible. Noticia Relacionada estandar No Líderes de la izquierda italiana elogian la gestión de Giorga Meloni Ángel Gómez Fuentes ‘The New York Times’ bendice a la primera ministra y dos destacados dirigentes del PD afirman que es «capaz y mejor de lo previsto» Las primarias ni siquiera han suscitado interés en la izquierda, porque ni Bonaccini ni Schlein hicieron propuestas llamativas o atractivas, salvo el recurso habitual sobre la necesidad de renovación y estar al servicio de los ciudadanos. No hubo debate, pero son muchos los asuntos de gran interés sobre los que debería cuestionarse la izquierda, como sugiere Paolo Flores d’Arcais , director de la revista Micromega, que en su último número plantea una dura discusión sobre esas crisis permanente. Su tesis es que la izquierda italiana se está dejando ir a «derivas reaccionarias». Tibia solidaridad Flores d’Arcais se pregunta, entre otras cosas, por qué la izquierda se ha convertido en «islamófila» y niega o esconde los aspectos opresivos de esa sociedad; por qué ha tenido una solidaridad tibia con el movimiento de protesta de las mujeres en Irán; por qué la izquierda ha apoyado de forma acrítica la solidaridad con el movimiento ‘Me too’ sin distinguir entre acoso y violación; o, en fin, por qué la izquierda no es solidaria con la parte del feminismo histórico que cuestiona el carácter biológico de la diferencia sexual negado por el movimiento LGTBQIA+. Una respuesta a las causas de la profunda crisis de la izquierda la tiene el politólogo y sociólogo Luca Ricolfi , profesor de la universidad de Turín y presidente de la Fundación David Hume, autor de un libro con notable repercusión: ‘La Mutazione. Come le idee di sinistra sono emigrate a destra’ (‘La mutación. Cómo las ideas de izquierda emigraron a la derecha’). Explica el sociólogo Ricolfi que «los tres grandes ideales y valores de la izquierda –la defensa de las clases populares, la libertad de pensamiento y expresión, la defensa del mérito y cultura como vía privilegiada hacia la igualdad– ya no viven allí; algunos deambulan sin rumbo, otros se han pasado a la derecha», concluye.