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Broadway a la altura de la calle 155 es una esquina anodina de Washington Heights un mediodía de entre semana, pero hace 58 años fue el epicentro de las turbulencias raciales y políticas que vivía EE.UU. Este barrio neoyorquino, en la esquina norte de Manhattan, vivía entonces en pleno ‘white flight’, la huida de los vecinos blancos ante la llegada de negros emigrados desde el sur segregado y de la pujante comunidad hispana, en especial, los dominicanos. En 1965 en estas calles ya se escuchaba mucho español -conviviendo con el acento sureño de los negros-, cada vez menos intimidado por las pandillas de irlandeses, muchas de sus familias ya instaladas en los suburbios. Hoy nuestro idioma domina el barrio. «Dame un ‘lonch’ con chivo, mi amor», dice un joven al pedir el almuerzo en La Barca, un restaurante mínimo sobre Broadway, mientras fuera un grupo de veteranos discute entre gritos y risas. Final trágico Pero en la esquina de la 155, en un edificio imponente, con grandes ventanales de marcos verdes y una fachada exuberante, llena de molduras y policromía, el español y la cultura hispana no son protagonistas. Es el Audubon Hall , una sala de eventos de la década de 1930 que es un pedazo de historia de la minoría negra. Aquí cosieron a tiros hace 58 años a Malcolm X, un líder radical del activismo por los derechos de la población negra. Venerado y aborrecido, tanto en vida como tras su asesinato, fue una figura fanática y divisiva que marcó una época agitada. Noticia Relacionada estandar No El FBI investigó durante 40 años a Aretha Franklin Nacho Serrano Documentos desclasificados prueban que la agencia federal estadounidense tenía en el punto de mira a la cantante por «su relación con negros extremistas y pro-comunistas» En el primer piso, con un suelo de madera reluciente, que refleja la luz tibia de invierno que se cuela por los ventanales, se conserva la sala principal donde sonaron los disparos un 21 de febrero de 1965. Ahora, en el día del aniversario de su muerte, suenan los tacones de su hija Ilyassah . Ella debe tener 60 años, porque tenía dos cuando murió su padre. Estaba ahí mismo, en el mitin político que acabó en tragedia, junto su madre y sus hermanas. «Durante años, nuestra familia ha peleado para que la verdad sobre este asesinato vea la luz», dice en un acto de presentación de una demanda que busca obtener una compensación de cien millones de dólares para las descendientes de Malcolm X y aclarar la participación de las autoridades -desde el FBI hasta la Policía de Nueva York- en su asesinato. «Queremos respuestas y queremos justicia para nuestro padre», proclama junto a su hermana, Qubilah, ambas con el fondo del mural gigantesco que domina hoy la sala y que representa momentos claves de la vida del activista negro. Malcolm X nació con el nombre Malcolm Little y muy lejos de aquí. Fue en las llanuras del Medio Oeste, en Omaha (Nebraska), en 1925. Sus padres eran miembros de la Asociación Universal para la Mejora de los Negros (UNIA, en sus siglas en inglés), una organización fundada por el jamaicano Marcus Garvey y que buscaba dar respuesta a la discriminación y abusos que sufrían su minoría racial con el impulso educativo y económico de su comunidad, la separación de los blancos y la repatriación en África. Su padre murió cuando él tenía seis años, su madre convivió con problemas mentales y su infancia y adolescencia fueron un descenso imparable hacia la marginalidad y el crimen. Acabó en la cárcel, muy joven, y allí se convirtió a la Nación del Islam, un movimiento religioso extremista que aboga por el empoderamiento negro y ese retorno a África. Acto celebrado en el Audubon Hall con las hijas de Malcom X El encuentro con la Nación del Islam le cambió el nombre -adoptó el de Malcolm X- y la vida. Se ganó la confianza del líder, Elijah Muhammad, y fue la vanguardia del movimiento con un discurso radical que le convirtió en un personaje incómodo, incluso en el movimiento de los derechos civiles de lo negros: segregacionista, demagogo, con posturas antisemitas, defensor del uso de la violencia . Pero también un líder carismático, con una elegancia natural, que electrizaba a los ciudadanos negros decepcionados y desesperados por la ausencia de mejora de sus condiciones, seducidos por la idea del ‘black power’. Malcolm X fue la otra cara de la moneda de la lucha de Martin Luther King Jr. : caricaturizó su discurso integrador y pacifista, le tildó «pardillo» y «marioneta» de los blancos que mandan. Al final, ambos compartieron destino. El de Martin Luther King Jr. llegó en 1968, asesinado en el Motel Lorraine de Memphis. El de Malcolm X, tres años antes, en este edificio suntuoso de Nueva York. Para entonces, Malcom X había dejado la Nación del Islam, se había convertido al islamismo suní y se había pasado a llamar Malik el-Shabazz. Enfrentado con Muhammad y con el que sería su sucesor al frente de la Nación del Islam, Louis Farrakhan, vigilado por el FBI durante años, sus enemigos eran abundantes. Deriva violenta Nada explica mejor su situación en aquel momento que la foto icónica publicada en la revista ‘ Ebony ‘ meses antes de su muerte. Con un traje impecable, corbata estrecha y un rifle sobre la mano derecha, mientras con la izquierda entreabre las cortinas de una de las ventas de su casa en Nueva York, temeroso de sufrir un ataque. Tenía razones: dos días antes del asesinato, habían lanzado cócteles molotov contra su residencia. Al contrario que ahora, en el que la voz de la hija de Malcolm X retumba en una sala vacía, solo con su hermana, sus acompañantes, sus abogados y un grupo de periodistas, el 21 de febrero de 1965 el Audubon Hall estaba hasta la bandera. El líder negro todavía no había comenzado su alocución cuando se produjo un tumulto entre los asistentes. En la confusión, un hombre se acercó al estrado y descargó una escopeta recortada . De inmediato se escucharon más tiros. Para cuando llegó al hospital Presbyterian, al otro lado de Broadway, Malcolm X ya estaba muerto. Llevaba 21 disparos en el cuerpo. Un hombre fue detenido en la escena del crimen: Talmadge Hayer, miembro de la Nación del Islam. Otros dos miembros, Norman Butler y Thomas Johnson, fueron arrestados después. Los tres acabaron condenados a cadena perpetua. Ahí no quedó zanjado el asesinato, del que a día de hoy queda mucho por saber. Hayer confesó su participación, pero dijo que Butler y Johnson no habían sido. Desde el momento del asesinato, hubo sospechas de que en él había más que una venganza de la Nación del Islam contra Malcolm X. Se sospechó de la implicación de autoridades , de la policía, del FBI, de la CIA. «Hay que hacer algo con Malcolm X». Lo dijo en junio de 1964 J. Edgar Hoover, el todopoderoso director del FBI, en una comunicación interna a la oficina de la agencia en Nueva York. Ahora, desde el lugar del asesinato, lo recuerda Ben Crump, el abogado que asiste a su familia en esta batalla legal. Dos caras, una lucha Mucho más radical, Malcom X calificaba de «pardillo» y «marioneta» a Martin Luther King por su discurso pacifista e integrador Crump ha ganado mucha fama en los últimos años como defensor y portavoz de las familias en casos de abusos policiales contra la minoría negra. Desde el asesinato de de George Floyd en Mineápolis en 2020, que avivó las tensiones raciales, o la más reciente muerte de Tyre Nichols en Memphis, este enero. «Las autoridades tenían pruebas fácticas y exculpatorias que ocultaron a los hombres que fueron condenados de manera injusta por el asesinato de Malcolm X», dice Crump. Se refiere al asunto que dio un volantazo sobre el caso . En 2020, las investigaciones de Abdur-Rahman Muhammad, un historiador centrado en la figura de Malcolm X, fueron la base de una serie de Netflix sobre el asesinato que agitó las aguas en la justicia neoyorquina. El fiscal del distrito, Cyrus Vance, abrió una investigación que acabó con la exoneración en 2021 de Butler y Johnson, que habían cambiado sus nombres en prisión a Muhammad Aziz y Khalil Islam. Tras décadas en la cárcel, la Justicia reconocía que no habían tenido un juicio justo: se ocultaron pruebas, se forzaron testimonios, se ignoraron coartadas. Hayer, el autor confeso, dio en 1977 los nombres de cuatro personas que participaron en el asesinato, todos miembros de una congregación de la Nación del Islam en New Jersey (Aziz e Islam eran de otra de Harlem). Las autoridades, sin embargo, optaron por dejar morir esa información. Dudas sobre la autoría En los últimos años, varias investigaciones periodistas han denunciado una mayor implicación del FBI y de la Policía de Nueva York, con agentes e informantes infiltrados en la Nación del Islam con ese objetivo y en Audubon Hall el día del asesinato. ¿Hubo una conspiración gubernamental para matar a Malcolm X? «Eso es lo que alegamos, sí», responde Crump. «Fue algo orquestado, nos queda conectar los puntos». Su intención es requerir interrogatorios testificales a todas las personas vivas que puedan echar luz sobre el episodio y exigir reparación para las hijas de Malcolm X, como obtuvieron las familias de Aziz e Islam -este ya había fallecido- tras la exoneración, con 36 millones de dólares. « No hay dinero que compense esto », dijo sobre los cien millones que exige por la ocultación y tergiversación de pruebas en el asesinato del padre de sus clientes. «Pero es corregir una injusticia histórica».